Había pasado 2 semanas tratando de dejar de verlo sin que él
se enterara siquiera de que ella ya no le hablaba nunca más. Y así era siempre,
cada que algo le indignaba lo suficiente ensayaba esa retirada silenciosa en la
que ya no le hablaría ni le contestaría pero al final cuando él le hablaba, no
sé si porque la extrañaba o estaba aburrido y ni cuenta, a ella ya se le había pasado
y le contestaba, a veces incluso contenta de no haberlo mandado a la mierda en
serio y volvía. Llegaba muy sonriente vestida otra vez con aquella absurda
esperanza de encontrar fuera de su soledad el cariño que deseaba… era no sé…
algo como tirar una y otra vez un cubo con hueco a ver si lograba sacar agua de
un pozo seco. Renunció.
París no se acaba nunca (Enrique Vila-Matas)
Hace 2 semanas