Tal vez un día deje de parecerme absurdo y como quien no
quiere la cosa te comente que me gustas mucho. Que lo sé desde la primera vez
que te vi entrar y reté soberbia tu mirada. Quizá algún día logre explicarte
porque no te hablo, y me ría al confesarte que cuando te siento cerca mi pulso
se altera, el corazón se me agita, el cuerpo me tiembla y por algunos segundos
la respiración se me para. Que en ese momento lo único que quisiera es verme
perfecta mientras irremediablemente siento que se me ve aún más torpe y
atolondrada que de costumbre y que tú te das cuenta de todo. Sabrías entonces,
aunque no sé si te importe, que es por ello que oculto mi rostro, no te saludo, no te miro y si el espacio me lo permite, me aparto de ti corriendo.
París no se acaba nunca (Enrique Vila-Matas)
Hace 2 semanas